Nunca subestimes a una mujer. Nunca presumas con ella de tener el dominio de la situación, o la sartén por el mango.
Nunca pero nunca!!! se te ocurra pensar cancheramente que, si ella está de ida, tú ya estás de regreso.
Nunca des por sentado que, por tener más años, más experiencia, más recorrido o más mundo, le llevas considerable ventaja. Nunca creas que fuiste tú el que la conquistó, o el que la tiene comiendo de tu mano. Nunca siquiera sospeches que ella depende emocionalmente de ti, que sin ti no viviría. Nunca. Ni un poquito.
En todos esos casos, lo más probable –lo único probable, en realidad– es que ella esté permitiendo que te lo creas.
No puedes ser la misma persona despues de escuchar la confesion de una mujer.
Las cosas buenas o malas que le pueden ocurrir a una mujer con algun engendro,es porque ellas lo han permitido, y porque muy pero muy en el fondo de ese diminuto corazon, lo desean asi.
Ellas dieron su autorizacion,su visto bueno,su luz verde.dijeron ok.salieron magulladas o triunfadoras,ese es otro cuento.
Los hombres historicamente han subestimado a las chicas.han crecido creyendo que pueden hipnotizarlas,seducirlas, hacerles pisar el palito de las conveniencias de los hombres.
Los hombres han crecido creyendo que pueden hacerlas permanecer a su lado aun en contra de su voluntad.
sin embargo no imaginan que la sabiduria femenina consiste precisamente en hacerlos creer que son necesarios.ese es nuestro gran talento,nuestro gran poder.
asi como los ensalzamos y los mimamos para que mantengan el ego inflado como un globo, tambien podemos ,si se nos apetece claro, extraer una aguja imaginaria y pincharles la autoestima y mandarnos a mudar.
¿Cómo te llamas? ¿Quieres bailar? ¿Te animas a salir? ¿Me das tu teléfono? ¿A qué hora paso por ti? ¿Me harías la taba al cine? ¿Quieres estar conmigo? ¿Quieres ser mi enamorada? ¿Quieres ser mi esposa? ¿Te casarías conmigo? ¿Y cómo es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti? ¿De dónde coño es? ¿A qué mierda dedica el tiempo libre?
Qué putañero destino el de los hombres: preguntar. Preguntar es arrojar una bola de barro al vacío para ver qué tan lejos llega; es lanzar un grito desesperado a ver si la montaña nos devuelve un mísero eco.
Todo el tiempo veo a los chicos tratando infructuosamente de ligar en los locales nocturnos. Atacan a sus víctimas en manadas. Se acercan a un grupo de chicas, murmuran necedades y rebotan a los pocos segundos. Intentan besarlas y a cambio reciben cachetadas, insultos, desplantes. Como lobos angurrientos, se precipitan sobre ellas y regresan apaleados.
En cambio, nunca he visto a un chico negándose a besar a una mujer que de pronto se lo pide (cosa que tampoco he visto mucho). Nunca he sabido de ningún chico que haya rechazado la invitación de una mujer para pasar una noche juntos, o que se haya horrorizado ante una propuesta en teoría" indecente".
Los hombres dan risa. Creen que pilotean el avión de nuestro destino, pero son ellas, las mujeres, las que deciden el rumbo de todas las naves.Ellos se precian de llevar los pantalones, pero son ellas las que tienen la correa. Ellas son más fuertes, quizá no en lo físico, pero sí en lo cerebral y en lo anímico.
Debe ser por eso que –para vengarse un poco de ellas– los chicos han inventado a los superhéroes: inverosímiles musculosos que pueden volar, multiplicarse, estirarse, convertirse en animales, en robots, en fuego, en lo que sea. Necesitan creer que existe algún macho superior a todo, capaz de dominar al resto, aunque para eso tenga que usar antifaz, malla y bikini. No importa. Ese es el precio que hay que pagar. Los superhéroes enmascarados son los que sacan la cara por aquellos. Las mujeres, en cambio, no necesitan de esas ayuditas simbólicas. Nosotras ya tenemos poder suficiente como para, encima, apoyarnos en figuritas de ficción. ¿Acaso alguna vez han visto a una mujer con súper poderes? Y no me digan que la Mujer Maravilla, que esa tía fofa no hace nada muy distinto de lo que hacen el común de las mujeres. Se pone unos brazaletes muy ostentosos, un calzón muy apretado y se da tres vueltas antes de desaparecer. Joder. Todas hacemos lo mismo.
Algunos libros insinúan que el hombre es fiero porque provee alimentos, pero, vamos, qué mérito hay en bajar unos cuantos frutos de un árbol o en matar un venado a mansalva. Más inteligencia e imaginación, en todo caso, requiere la cocción, repartición y posterior salvaguarda de esos insumos
las mujeres se sobreponen más fácilmente a una ruptura sentimental.No lo digo por victimizar a los hombres,ni para hacerlos ver como unos pobrecitos pobres diablos(no que va) es que las mujeres tienen lmas incorporado el chip de la supervivencia.
Supongo que es por el rollo de la maternidad, porque podemos albergar a un ser humano dentro de nuestras entrañas. No sé. Pero es evidente que apreciamos mejor el valor de la vida, el sistema de producción y protección de la vida. Y si el espíritu maternal es lo que, a la larga, nos hace diferentes, es lógico que estemos más facultadas para sobrevivir, para administrar energías y no perecer fácilmente.
Por eso, si se va un novio, pues qué venga otro. Qué tanto problema, caracho!!!. Lloramos un rato pero ya está. Nos caemos y nos rehacemos, como los espesos androides de Terminator. Y si de pasar la página se trata, pues nadie como nosotras para empecinarse firmemente en dejar atrás el pasado. Total, hombres no van a faltarnos. Los hombres siempre van a estar ahí, rondándonos, como mongos gallinazos, esperando a que el enamorado de turno caiga para abalanzarse sobre la presa soltera y cubrirla con su plumaje erecto. Nosotras no tenemos que preocuparnos por conseguir acompañante, sino más bien por elegir de todos los candidatos a alguien que nos garantice la sana continuidad de nuestra especie. Más que en esposas, algunas mujeres sueñan convertirse en mamás, y ya va siendo hora de que lo acepten. Una mujer puede resistir que se le muera el marido, nunca el hijo.
El hombre, en cambio, es infinitamente más ahuevado. Más elemental. Y cuando una chica termina con él, llora como un manganzón. Vive el duelo como una acongojada viuda negra. Para él resulta más difícil remontar el ánimo, porque no siempre hay mujeres esperando que recupere su libertad. Al revés: las chicas, al olfatear su desgracia, se apartan, se abren, ni le miran, le tratan como un escarabajo molestoso, como a una rata peluda que apesta.
No pocos amigos, en diferentes momentos, me han contado la misma historia: terminaron con sus chicas (o sus chicas con ellos, da igual para efectos del ejemplo) y, al cabo de unos meses, pongamos cinco, pongamos seis, las han visto recuperadas, de la mano de un nuevo enamorado, mientras ellos han seguido arrastrando las pústulas de la vieja relación. “¿Cómo hizo para recuperarse tan rápido? Yo no he podido”, les he oído decir, asombrados por esa cualidad femenina, casi camaleónica, de regenerar el pellejo bajo cualquier condición atmosférica. “Es el instinto de supervivencia”, les he respondido, revoleando el dedo índice en el aire, con pose de terapista de pacotilla. “La supervivencia, mis pelotas, son unas zorras y punto”, han razonado ellos, dolidos, succionando los mocos
El hecho es que lo que he escuchado de mis amigas es alucinante:que simulan orgasmos; que fingen querer; que dejan que los hombres entren a sus vidas, y que incluso pasen por ellas, pero calculando lo suficiente como para que no lleguen a ser fundamentales. Lo que me quedó más claro después de esa hora y media de reflexion fue que, si alguien lleva las riendas de las relaciones sentimentales, esas son las mujeres. Y no me refiero a las riendas superficiales, sino a las emocionales. El corazón de la mujer es un macizo bloque de cristal; el del hombre, en cambio, es una mazamorra de guindones, un puré de quinua, una papilla inconsistente.
Y si las mujeres en general son más fuertes, mención aparte merecen las mujeres que han sido premiadas con la belleza genética. Las bonitas no tienen cómo fallar. Es decir, una mujer de aspecto normal, pero poco avispada, puede, con suerte, ser exitosa. Una mujer de aspecto normal pero inteligente no debería tener problemas en encontrar su lugar en el mundo. Pero una mujer bonita e inteligente tiene el mundo completamente a sus pies. Si entiende que su belleza no es ningún talento, y si da los pasos adecuados y no comete grandes cagadas, pues no hay puerta que se le cierre, ni pared que se le cruce, ni hombre que se le escape
Me provocó escribir sobre esto, porque era una manera de zanjar la historia de mi vida, ya muy expuesta por cierto.
Quería dejarla tranquila, que repose, que duerma y que despierte cuando le toque, no antes.
El poder en el fondo lo tenemos las chicas, y que nadie se confunda